google.com, pub-2719367759049875, DIRECT, f08c47fec0942fa0 CELLER DE CAN ROCA 25 AÑOS | Cocineros Urbanos

Gastronomía del mundo moderno en donde el cuchillo no conoce a su dueño

8/8/11

CELLER DE CAN ROCA 25 AÑOS

Cerro el Bulli , parece que a muchos restaurantes y cocineros les viene bien la transformacion.
El segundo restaurante mejor del mundo festejo sus 25 años y ya no siente presion del perro catalan.

El restaurante el Celler de Can Roca cumple este mes 25 años en un "momento dulce" y de "sueños cumplidos", no en vano se encuentra en el segundo puesto de la lista de los mejores restaurantes del mundo.
Joan, el cocinero, Josep, el sumiller y Jordi, el pastelero han aseverado que no están obsesionados por llegar al número uno de la famosa lista de la revista Restaurant, aunque reconocen que sería "muy bonito", según Joan, y "más que bonito, genial", según el pequeño de los tres, Jordi.

Ahora que su vecino de Roses (Girona), El Bulli ha cerrado sus puertas como restaurante, los Roca dicen que no tienen más responsabilidad que antes: "la misma", aunque si reconocen un ápice de tristeza por haber perdido el "referente indiscutible de la gastronomía mundial" y un fenómeno que consideran "irrepetible".

Para ellos no se trata de sustituir ni compararse con nadie, sino de hacer lo que les gusta manteniendo esos valores de "tradición, de raíz, de familia, de rigor, transmisión generacional, de esfuerzo" y sobre todo de "búsqueda de sabores y vanguardia".

Cada uno de los tres hermanos aporta el equilibrio necesario para el éxito en este restaurante con tres estrellas Michelin desde 2009.

Hijo de propietarios de un pequeño restaurante en un barrio obrero de las afueras de Girona, Joan Roca siempre supo que quería ser cocinero, por lo que estudió hostelería, sin imaginar que el éxito llegaría de la manera más contundente con los años. "Nos sentimos muy afortunados de vivir el momento fantástico de la gastronomía en nuestro país, ser cocinero ahora es maravilloso", ha apuntado Joan Roca.

Junto con su hermano Josep - 21 y 19 años respectivamente por aquel entonces -, decidieron "pedir prestado temporalmente - y hasta no hace tanto- a nuestros padres" el local anexo a su restaurante familiar, para montar su propio negocio en 1986.

Josep también estudió hostelería, aunque "intuitivamente, desde niño, siempre se me sentí atraído por los vinos y los licores".
Jordi ha recordado como empezó a trabajar con sus hermanos de niño, "casi obligado", ya que quiso ser bombero, astronauta o dueño de una hamburguesería mucho antes de "enamorarme de la pastelería sin salir de casa", de la mano del pastelero Damian Allsop.

Así nació El Celler de Can Roca, un restaurante que ya desde su origen quiso "romper con las reglas de la tradición gastronómica" y ser de vanguardia, totalmente diferente de la cocina del restaurante familiar y en parte con el objetivo de no ser competencia para sus padres, según Joan Roca.

"Decidimos abrir un día, sin más, 'venga, hoy abrimos'", recuerda Josep, que explica además como el cambio de local en 2007, dos años antes de lograr la tercera estrella Michelin, fue un día entre el servicio del mediodía y el de la noche, avisando a los clientes por teléfono de que esa noche cenarían en el nuevo establecimiento, a unos 200 metros del de toda la vida.

Recuerdan muchas noches de "ceros" (ningún cliente) los primeros años, en los que amenizaban el tedio con un futbolín que los Reyes Magos habían traído al pequeño Jordi de 7 años esas navidades.

Sin embargo ahora, y gracias en parte a las estrellas, a la prensa y al reconocimiento más oficial de guías y clasificaciones, llenan el restaurante cada día y se han visto obligados a aprender a proporcionar la "negativa más educada posible" a la hora de gestionar reservas.

Los Roca recuerdan dos puntos de inflexión: el primero sería la obtención de la segunda estrella Michelin en 2002, que les proporcionó por primera vez la sensación de "libertad" en la cocina y en la sala.

En 2009, otro hito a recordar, la tarde siguiente al anuncio de su tercera estrella, se organizó una multitudinaria manifestación sorpresa en el jardín del Celler, de gerundenses que les fueron "a aplaudir" por su trabajo y por su éxito en los fogones.

No han querido hacer nada especial en este 25 cumpleaños porque sólo aspiran a seguir trabajando, seguir haciendo felices a los comensales y a "¡que dure, que dure!".

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