"Lo que ha desaparecido del todo es la clientela habitual", dice Richard Bradford, propietario del restaurante de cocina inglesa Porters, de Covent Garden, y presidente de la asociación. Dijo que el día de la ceremonia inaugural cayeron un 70%, un 60% al día siguiente, y que no han mejorado apenas desde entonces. "Esta es normalmente una buena temporada para nosotros, pero cualquiera al que pregunten les dirá que la actividad ha sido absolutamente desastrosa y ahora tenemos este extraño período de 16 semanas, entre Juegos Olímpicos y Paralímpicos. La actividad normal no va a volver antes de que termine". Un sondeo de 100 restaurantes londinenses realizado por la British Hospitality Association, muestra un descenso medio del 40% en ingresos, comparando con el mismo período del año anterior. Neleen Strauss, propietaria del restaurante High Timber, cerca de la catedral de San Pablo, ha atraído la atención a esta situación entregando en mano una factura de 90.000 libras esterlinas por pérdida de ingresos al alcalde de Londres, Boris Johnson. "Me han encantado los Juegos, y creo que la organización y la acogida han sido brillantes", dice Strauss. "Pero la táctica del miedo para mantener a la gente alejada de la ciudad ha sido excesiva". Clare Lattin, propietaria de Ducksoup, en Soho, se muestra algo menos sombría, diciendo que los turistas han compensado parcialmente la pérdida de clientes habituales, pero añade que no se ha producido en absoluto el 'boom' prometido. Tweet
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