google.com, pub-2719367759049875, DIRECT, f08c47fec0942fa0 El vino común argentino superaba al francés y al italiano | Cocineros Urbanos

Gastronomía del mundo moderno en donde el cuchillo no conoce a su dueño

25/2/09

El vino común argentino superaba al francés y al italiano


Enologo y ex propietario de la bodega que lleva su nombre contesta sobre vinos al diario la Nacion de BA.

Adriano Senetiner, antiguo dueño de la bodega Nieto Senetiner y actual propietario de Viniterra, cuenta cómo fueron sus inicios en el mundo del vino.


"El vino común argentino superaba al francés y al italiano"
- ¿Cómo se inició tu relación con el mundo del vino?

- Hasta el año 1946, mi familia y yo vivimos en Parma, Italia. Antes, durante la Segunda Guerra Mundial, nos mudamos a la granja de mi abuela materna, en las afueras, para evitar los bombardeos. Allí pasé mi infancia, rodeado de trigo, frutales y uva. Lo que más me entusiasmaba en ese momento era la vendimia, porque era una auténtica fiesta.

Al terminar la guerra, mi padre vino con toda la familia a la Argentina. Aquí me recibí de enólogo en Mendoza y a los 18 años fui a estudiar al Véneto, en Italia, donde está el Instituto Agrario. Luego volví al país y comencé a trabajar como enólogo de bodegas mendocinas, hasta que en 1968 me convertí en socio de una bodega chica, donde hacíamos vino a granel. Un año más tarde se presentó otra oportunidad: comprar lo que luego fue Nieto Senetiner, junto con la familia Nieto. Allí comenzamos a elaborar vino para cortes a bodegas con marcas prestigiosas. Esta bodega fue la primera que incorporó tecnología en los procesos de producción de vinos en la Argentina.

- ¿La calidad de los vinos argentinos era muy distinta antes de que se incorporara tecnología a lo que es ahora?

- En Italia hay una variedad de vinos fenomenal. Puede decirse que cada 3 kilómetros hay un viñedo que produce un vino distinto al otro. Pero en los años ?50, el vino común argentino era muy superior al francés y al italiano. Porque nosotros teníamos las uvas "francesas" (así se las llamaba en esa época), que se usaban para vino de mesa y producían muy buenos vinos tintos, tan buenos como los que están en primera línea ahora, pero con una elaboración tradicional. Para el consumo diario, eran vinos muy logrados. Y los vinos de mesa franceses e italianos eran definitivamente inferiores a los nuestros.

Eso después cambió, porque en un momento el mercado interno argentino llegó a tomar mucho vino (récord de 90 litros por habitante en 1978). Y para atender esa demanda se plantó una cantidad inmensa de viñedos de altísima producción pero de muy baja calidad enológica. No se extendió el Malbec, sino la uva criolla, que es de calidad inferior. Ese fue el gran error histórico de la vitivinicultura argentina. Después, en 1993, los enólogos argentinos empezaron a viajar al exterior y llegaron enólogos extranjeros. Se empezaron a producir nuevos estilos de vinos finos, orientados hacia los grandes vinos de Francia o Italia.

- ¿Cómo nació Viniterra?

- Nieto Senetiner se vendió al grupo Pérez Companc en 1998. Yo continué invirtiendo en este negocio con Viniterra. Dejé el negocio en manos de terceros, hasta que en el año 2007 volví a tomar las riendas de la bodega. Sigo con las mismas ganas de ir cada día a la bodega y me siento muy bien de poder participar en la creación de algunos vinos.

- ¿Cómo es para un enólogo empezar a armar cortes?

- En primer lugar hay que tener en cuenta el segmento de consumidores a los que se quiere llegar con el producto. Para cada segmento hay distintos niveles de calidad. A mí particularmente me gusta más ir a los vinos de media gama para arriba. Porque uno tiene la posibilidad de transferir una cierta personalidad, estilo o perfil al vino. En los vinos de precio medio bajo, uno trata de estar alineado con la competencia, pero en los volúmenes chicos, hay que tratar de direccionar el producto que uno mismo ha elaborado y terminarlo según la propia capacidad.

- ¿Cuál fue tu primer recuerdo del vino?

- Mi primer recuerdo del vino es la fiesta que significaba que me invitaran a subirme a una especie de cajón de madera para pisar la uva, después de lavarme los pies. Es un trabajo para hombres y mujeres muy fuertes, que tienen que pisar las uvas con los pies.

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